VICTOR TRUEBA se dirige a MATIAS SIMON VILLARES con motivo de un escrito que Matías hace público, en el que escribe sobre el fallecimiento de José Ruiz compañero de estudios del Patronato Virgen del Puerto de la localidad de Santoña.

Corría el aňo 1948, en New York,

cuando un gran guitarrista de jazz,

llamado Charlie Byrd, que tocaba en el Quinteto de Parquer,

le preguntó a éste: «Parquer, quisiera

seguir aprendiendo más sobre la guitarra, sabrías decirme

de algún profesor al respecto?»

Éste le respondió, » si tú eres de los mejores»,

pero el guitarrista insistió en lo mismo.

Al día siguiente, Parquer le dijo:

«En la calle 53, hay un Espaňol , que se llama Andrés

Segovia, y es el mejor del mundo».

El propio guitarrista, pocos meses después,

en una entrevista declaró,

que después de conocer a Segovia descubrió,

que Él al lado de Segovia era un aprendiz.

Tuvo que ser, un saxofonista norteamericano,

el que nos descubriese a los Españoles, que teníamos al mejor guitarrista.

 

En Santoňa, corrían los recién comenzado los años 70,

cuando llegó un muchacho, que se llamaba,

 Matías Simón Villares, para realizar sus estudios de bachillerato,

en nuestro querido Instituto, Patronato Militar Virgen del Puerto.

Reconozco, que como tantos otros nada especial me llamó la atención en Él.

Tuvieron que pasar casi 50 años para que el que escribe esta carta,

se diera cuenta, que iba a ser precisamente, ese MUCHACHO

PEQUEŇO Y DELGADO, el que nos descubriese a los Santoňeses,

la grandeza de nuestra Villa, y a la vez ser nuestro mejor embajador,

ante el resto de Espaňa.

 

Matías, quiero hacerte saber, que jamás nadie nos ha hecho

llorar tanto, si, repito LLORAR, cuando hemos leído tu dedicatoria

a nuestro gran amigo José Casas Ruíz.

Tu carta es tan buena, y tan cercana que DUELE.

Jamás me desprenderé de ella.

Matías, como las lágrimas ya no me permiten leer lo que te escribo,

me despido de Ti, con la tristeza que me produce no haberte

conocido con la cercanía que un Tipo como Tú se merece.

 

Matías jamás te olvidaré.

Gracias por existir.

Tú eres, el Charlie Parker de Santoña

Se despide de ti, tu compañero del Patronato Víctor Trueba.

JOSE CASAS RUIZ

JOSE CASAS RUIZ 

 

 

LA DULZURA DE AQUÉL NIÑO, JOSÉ CASAS RUÍZ, DE SANTOÑA, QUE ME ENSEÑÓ A MONTAR EN BICICLETA.

Recuerdo aquel invierno de 1973 , llovía y llovía, y venga charcos, en aquel campo de futbol, frente al Patronato Militar Virgen del Puerto , en Santoña ( Santander ), con la linde de su hermosa bahía. Cierto y normal era, que en el tiempo libre que teníamos, los que estudiábamos en aquel internado, de seis a siete de la tarde, el jugar y jugar obsesivamente aquellos partidos de futbol interminables; pero, como llovía tanto , pues, había que dedicarlo a otra cosa.

Llevaba yo unos días mirando y mirando a Casas, compañero de clase , alumno externo de Santoña, que se daba una vueltecita por el paseo, frente al Patronato , siempre, de seis a siete, en aquella bicicleta, de color rojizo , gastado, pequeña, con aquel timbre y frenos de manilla, hacia abajo ; llevaba, digo, mirándole y mirándole, hasta que un día , a mediados del mes de febrero de 1.973, “ le dije que si me podía enseñar a montar en la bicicleta “. Se extrañó de que no supiera montar, con trece años, pero es que de donde yo venía, de Segura de Toro, del norte de la provincia de Cáceres, lo que realmente montábamos eran los caballos; a pelo, sin montura ni nada. Nos pusimos manos a la obra y allí estábamos los dos, de seis a siete de la tarde, en el Pasaje, a la orillita de aquella hermosa bahía; él , agarrándome el sillín de la bici, por detrás; mientras yo lo intentaba, una y otra vez ; .- que distinto era la bici a los caballos, pensaba. Hasta que una tarde , por fin, me solté, y , con aquella lluvia, de chiri-biri, logré llegar hasta la curva del Fuerte que estaba junto al Patronato ; ¡ qué contento iba yo ¡; me bajé , orienté la bici para el pueblo, seguía lloviendo, ahora incluso montaba con más confianza, para dirigirme hasta donde me esperaba Casas, que se había refugiado debajo de los pinos. Aquella imagen me ha acompañado los últimos 44 años; la de aquel niño, José Casas, saliendo de debajo de los pinos, entre la lluvia, y aplaudiéndome cuando me paré a su lado. Hoy día sigo montando a caballo, mucho, quizás demasiado; sin embargo, ayer me di una vueltecita con la bici de mi hija y , cerca del sillín, noté el roce de una mano , pequeñita, de niño, que me ayudaba a no caerme. Aquella persona tan buena, tan paciente, que fue capaz de ilusionarme tanto, se llama José Casas Ruíz. Que descanses en paz, mi querido amigo. Hoy, y siempre, volveré la cara, aunque no te vea.

Matías Simón Villares ( Cáceres ).

Alumno interno del Patronato Militar Virgen del Puerto ( 1970-1978 ). Santoña. Santander.