Mi profesor de Química , Don José María,  de cuando cursaba bachiller en el Patronato Virgen del Puerto de la Villa marinera de Santoña ( Santander ),  1970-78,  me suele mandar de cuando en cuando  anécdotas y pensamientos relacionados con la Ciencia para que mi mente, y la de él, supongo,  no sufra ningún tipo de rigidez vertical o anquilosado progresivo ; cosa que le agradezco una enormidad. 

Aquella ley , la de Boyle-Mariote, la memorizamos, y de qué manera,  en aquellos años, los del Bachiller, tan apasionantes y apasionados. Ahí sigue la Ley, todavía, entre nosotros: La presión ejercida por una fuerza química es inversamente proporcional a la masa gaseosa, siempre y cuando su temperatura se mantenga constante (si el volumen aumenta la presión disminuye, y si el volumen disminuye la presión aumenta

  Entre otras muchas lindezas, Don José María me manda el caso real  de un profesor peculiar, de esos que a uno le queda una huella perpetua, que impartiendo la asignatura de Termodinámica  en una de nuestras universidades le pregunta a sus alumnos “¿Es el Infierno exotérmico (emite calor) o endotérmico (absorbe calor)? Justifica tu respuesta.”

La mayor parte de los estudiantes escribieron su  respuesta  basándose en la Ley de Boyle-Mariotte (el gas se enfría cuando  se expande y se calienta cuando se comprime).

Un estudiante, sin embargo, respondió lo  siguiente: Primero, necesitamos saber cómo varía en el  tiempo la masa del  Infierno. Así, necesitamos saber la frecuencia con la que  las almas entran en él y la frecuencia con la que salen. Opino que podemos  asumir sin ninguna duda que, una vez que un alma ha entrado en el  Infierno, ya no sale nunca más. Así pues, no hay frecuencia de salida.

Para calcular cuántas almas entran en el  Infierno, tengamos en cuenta las distintas religiones que existen hoy en día en  el mundo. La mayoría de estas religiones afirman que, si no eres miembro  de ella, irás al Infierno. Debido a que hay más de una de estas religiones  y teniendo en cuenta que una persona no pertenece a más de una religión al mismo tiempo, podemos afirmar que toda la gente y todas sus almas van al Infierno.

Con las tasas de natalidad y mortalidad llegamos a  la conclusión de que el número de almas que ingresan en el Infierno crece exponencialmente.

Ahora miramos la variación del volumen del  Infierno ya que la ley de Boyle establece que, para que la temperatura y la  presión en el Infierno permanezcan invariables, el volumen de éste se tiene que expandir según se van añadiendo almas. Esto nos da dos posibilidades:

1.- Si el Infierno se expande a una velocidad  más baja que la frecuencia a la que entran las almas, entonces la temperatura  y la presión en el Infierno se incrementarán hasta que éste reviente.

2.- Por supuesto, si el Infierno se expande a  una velocidad mayor que la frecuencia de entrada de almas, entonces la  temperatura y la presión caerán hasta que éste se congele.

Así pues, ¿cuál es la conclusión? Si aceptamos el postulado que enunció mi compañera M.P.S  en el primer año de carrera, y que decía: “El Infierno se  congelará antes de que yo me acueste contigo”, y dado el hecho de que todavía no lo he conseguido, entonces el enunciado número 2 no puede ser cierto, así que la respuesta es: EL INFIERNO ES EXOTÉRMICO.

Ni que decir tiene que este alumno, tan aventajado y tan despierto, obtuvo matrícula de honor, en ésta y en todas las asignaturas.

Matías Simón.

Endo-exotérmico