Hola a todos, gentes de Santoña , marineros y compañeros de mi querido Patronato Virgen del Puerto; después de haber puesto la música al maravilloso poemario “ Pequeños Naufragios en Santoña “ de mi querido amigo y compañero Santiago Quirce; en esta segunda entrega me sumerjo en la maravillosa Bahía de Santoña para ensalzar todos sus matices, colores, sonidos, sueños y oleajes ; las fronteras del paraíso comienzan allí; en aquellas aguas de bahía que descubrí , con diez añitos, un 4 de octubre de 1970. Un día antes , a las 13:00 h, me subí al tren, en la estación de Aldeanueva del Camino , norte de la provincia de Cáceres, acompañado de mi hermano Diosdado y mi querido padre.

Llegamos a Madrid a las 20:00 h , ocho horas de viaje. En la estación de Atocha, nos esperaba mi mamá, profesora en aquellos años en Madrid, porque si bien teníamos allí un piso aprovechamos hasta el último momento los días en nuestro maravilloso pueblo extremeño de Segura de Toro. En un taxi, un Seat 1430, fuimos al piso a orillas del Manzanares, descansamos un ratito y con aquellas maletas y el bocadillo de tortilla, sobre las 22:00 h, otro taxi, a la estación del Norte, a las 23:30 h, salía el tren expreso para Santander.

Una expedición de unos ochenta niños, de primero de bachiller hasta COU ; mi hermano Dios, como le llamarían sus compañeros en el Patronato, para cursar sexto de bachiller, y yo primero de bachiller con todos los familiares en la despedida, al mando del Comandante Cabestany; esa misma noche saldrían también expediciones de otras regiones de España, hasta completar las 183 plazas del internado..

Aquellos compartimentos en el tren, cerrados, azules, con ocho plazas cada uno y aquella dignidad con las que nos trataban los mayores; dormí poco, los nervios, aunque yo , niño veterano, ya venía de pasar dos años en otro internado militar, en Quintana de Puente, Palencia.

Noche larga en el tren , llegamos a las ocho de la mañana a Santander; nos estaban esperando en dos autobuses, en uno el celador Daniel, y en otro el hermano mayor de los Diez Agüero ; nos pusieron en fila de a dos, nos contaron y al autobús.

Poco a poco, los ojos se me iban cerrando, después de tantas horas de tren, dieciséis , desde el día anterior. Se sentó a mi lado José Luís Sanz, con suavidad le cogí la mano, para animarle, él estaba llorando muy bajito. Me quedé dormido ; lo primero que vi, cuando abrí los ojos, fue el cartel, a Santoña.. 4 km..los puentes, las marismas, abría y abría más los ojos, el puerto, la plaza de toros, el autobús pasaba al lado de los pinos, junto al mar, puse las manos en el respaldo del sillón delantero, me levanté y miré al mar por primera vez.. ¡ ohhh.. qué maravilla!; el autobús gira a la izquierda en el fuerte de San Martín, y enfila la recta para parar a la puerta del Patronato..miro a la izquierda…un campo de futbol a la orilla del mar..la bahía.. estoy en el paraíso, pensé.

Subimos al dormitorio, última planta, aquella ventana y el mar otra vez. Eran las doce y media de un 4 de octubre de 1970, bajo la rampa, con la mano cojo un poquito de agua y me la llevo a la boca. ¡ estaba salada ¡, acordándome de Don Ursino, en el internado de Quintana del Puente, Palencia, nuestro profesor que nos contaba las peripecias de Colón en los viajes del descubrimiento y lo mal que lo pasaban los marineros con el agua.

En cuanto a la leyenda de mi eterna bufanda os diré que dos años antes, 1968, despidiéndome , con ocho añitos, de mis padres, qué momento más duro, durísimo, cuando me llevaron al internado de Quintana del Puente, mi madre me puso una bufanda en el cuello, .- para que no nos olvides, me dijo; y yo , durante muchos años, nunca me la quité. Hoy, la bufanda, todavía, la tengo a mi lado, pero mis padres ya se han marchado.

Ocho años contemplando aquella maravillosa bahía, con todo…, con mi voz, mi guitarra, mi harmónica , mi bufanda, mis amigos y mis compañeros del Patronato Virgen del Puerto; ocho años en el paraíso; cuanto agradecimiento a mis padres .

La guitarra y la armónica son las mismas que tantas veces toqué en el Patronato, y en el Pasaje , al lado de esa hermosa bahía, y cómo las gentes de Santoña, cuando paseaban, se paraban y se quedaban mirando a aquellos niños : Corchete, Vitores, Matías, Tinuco, Dodo y Sergio, que tocábamos aquellas hermosas canciones a la orillita del mar, con el fondo de aquellos barcos, entrando en la bahía, que volvían cargados de bocarte : El Ambomar, El Nuevo Golondrina, El Germán.

La canción la he grabado en un radio- casete , de aquellos de tecla, rectangulares, del año 1975. He querido que sea así para que todo resultara lo más puro y natural posible, como ese oleaje de vuestra, y nuestra, hermosa bahía.

Esta canción se la dedico , a todas las gentes de Santoña, a esos marineros, a nuestros familiares y amigos, a nuestros queridos profesores y monitores, que nos llenaron de palabras y nos educaron ; a mi querida esposa , con mis dos hijas, y en especial a todos nuestros compañeros/as que estudiaron en el Patronato, repartidos por toda España, en torno a los diez mil alumnos, que son grandísimos embajadores de nuestra querida Santoña y de su hermosa bahía.

Agradecer las fotos de José Antonio López Romero, Salvador Santos, Nicanor Villar, José Luís Sanz y Santigo Quirce.

Un abrazo a todos.

Matías Simón Villares.

Alumno interno del Patronato Militar Virgen de Puerto. 1970-1978 .Santoña. Santander