Ha comenzado el Otoño y pronto las hojas carnavalearán para convertirse en lluvia, presentando sus colores ocres, cobrizos y térreos. Con el cambio estacional los libros aguantan más entre las manos y el leer crece , ya que la lectura nos hermana con la cultura y ésta nos hace soñar, que seamos más libres, más felices.

En aquellos días azules de mi infancia, en las tierras altas de Segura de Toro, mi padre nos solía leer poemas. Recuerdo que aquel otoño de 1973 descubrí a Vital Aza, el gran poeta Asturiano, nacido a mediados del siglo XVIII ; resulta que éste recibió una carta de Sinesio Delgado, reconocido poeta Palentino, para que le resolviera la siguiente situación…

Le escribe Don Sinesio : “ Tengo enfrente una vecina cuyo talle esbelto, erguido, me seduce y alucina. ¡Es la chica más divina de todas las que he querido! Yo creo de veras que de ella quiso hacer Dios una de esas retrencheras ( que tiene mucho de atractivo ) morenitas sandungueras que nos gustan a los dos. Pero ¡ ay ! Señor don Vital, que el fuego horrible me abrasa de los celos por mi mal. Y lo gordo es que el rival vive con ella, en su casa. Ni un punto la encuentro sola; no va donde no lo lleve, y hasta duerme entre su cola ( es un gatito de Angola, tan blanco como la nieve ). Esto aminora su encanto, pues no me equivoco si juro por tal o cual santo, que quiere al de Angola tanto, por lo menos como a mí.

Supongamos que mato al gato, por ver si a broma lo toma y disculpa mi arrebato; más, de fijo, si lo mato, me sale cara la broma. Porque siendo tan sensible mi vecina, yo adivino que, en presencia del horrible crimen va a ser imposible que perdone al asesino. Si la vida le concedo, los celos y la pasión harán mayor el enredo, puesto que reinar no puedo yo solo en su corazón “

Vital Aza le responde desde Gijón y le da la solución a este enredo gatuno-amoroso, deleitémonos con su respuesta……en quintillas, como no podía ser de otra forma.

Muy Señor mío: he leído su carta con atención, y allá va la solución que al pronto se me ha ocurrido: Ante todo, faltaría a un deber de cortesía no diciendo aquí, inter nos, cuánto agradezco los piropos que usted me envía. Y en pago a tanta bondad tan sólo a usted le diré una cosa que es verdad y es que versifica usted con mucha facilidad. Mas basta ya de floreros y pues logré merecer su atención, sin más rodeos satisfaré sus deseos como Dios me dé a entender. Me asegura usted, formal, que idolatra a una vecina y que tiene, por su mal, un rival, y ese rival es de raza felina. Permita usted que me asombre, pero le juro en mi nombre que el asunto me anonada. Si ese rival fuera hombre la cosa estaba arreglada. ¿ Quién no sabe lo que es eso ? Dos testigos, sitio y hora, y ¡ andando a romperse un hueso ! y aquel que saliera ileso cargaba con la señora. Pero ¿ con un gato ? ¡ Horror ! La situación es terrible, muy terrible, sí, señor. ¿ Quién tiene un lance de honor con un gato? ¡ No es posible ! Si ella olvida sus deberes serán vanas intrigas. ¡ Se amarán esos dos seres ! Siempre han hecho buenas migas los gatos y las mujeres. Sólo hallo una solución contra esa gatuna unión y en que lo apruebe confío. Es forzoso, amigo mío, que haya una separación. Con esta receta sola se arreglan estos asuntos que traen larga cola. ¡ Ni un día más estén juntos, la vecina y el de Angola ! Cuando no se puedan ver se dejarán de querer. ¡ Nada de muertes, por Dios ! Lo que hace falta es poner mucha tierra entre los dos. Y si es verdad el retrato y es la vecina divina, yo de protegerle trato : ¡ Quédese con el gato y mándeme a la vecina

Matías Simón Villares.

Multiplicador de ilusiones.